Fotografía cortesía de Pedro Lastra 🧡
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Autonomía y ajenidad (parte 1)

Opinión algo impopular: el trabajador autónomo no existe y el trabajo no es un orgullo. Iré por partes en esta entrada que repasa algunos conceptos que se consideran importantes en la enseñanza de formación profesional pero no en la universidad 🤷‍♂️.

El autónomo no existe

Siempre que digo que soy autónomo se me escapa una carcajada. ¿Cómo puede alguien considerarse autónomo si necesita permiso y pagar para serlo? La única diferencia es que tu jefe es un ente inflexible y abusivo llamado estado, que concentra poderes contra los que no puedes luchar de manera individual.

Un estado lleno de autónomos es un sueño húmedo para el poder. Personas que viven en la falsa creencia de tener control sobre su vida laboral, rehuyendo de la cooperación y defensa laboral colectiva, bajando la cabeza porque:

  • Ya conocía los términos y los aceptó: “es lo que toca” suele pensar.
  • Sabe que de forma individual no tiene ningún poder y que salvo sectores muy concretos la huelga es inefectiva y solo dará paso a otros autónomos oportunistas.
  • Cree que los sindicatos no le apoyarán. Probablemente debido a que los sindicatos de autónomos son un chiste.
    • A ver, si te presentas usando la palabra “autónomo” ante la CNT se reirán en tu cara mientras te señalan al edificio de hacienda más cercano, pero eso no significa que no te consideren un trabajador ni vayan a pasar de ti. Otra cosa es que puedan conseguir algo.
  • Se vuelve parte de uno el quejarse de hacienda y cuánto le están reventando. Es como la vieja que presume de dolencias ante la vecina, el clásico “qué bien tan mal / qué mal tan bien”.

Yo no me libro, e intento convencerme cada día de que al menos tengo libertad para mandar al carajo al cliente o lo que esté haciendo y ya, sin ninguna carga de responsabilidad.

En teoría, un trabajador asalariado goza de la misma libertad: una relación laboral exige voluntariedad (discutible con excepciones de servicios públicos ante emergencias nacionales de extrema necesidad, como el caso de bomberos o sanitarios), así que, en teoría la mayoría puede mandar al carajo su trabajo cuando quiera (xd…).

La voluntariedad en el contexto del derecho laboral en la relación laboral significa que nadie puede obligarte a trabajar (en teoría ni el estado). En ese sentido el trabajo tiene carácter voluntario (que no significa no remunerado). Claro, igual de voluntario que comer, e igual de voluntario que pagar un alquiler. Igual de voluntario que no rajarse las venas.

La ajenidad

Me he críado escuchando un conjunto de falacias fundamentada en una especie de incoherente orgullo obrero, que en algún momento acabé interiorizando como algo racional: “yo tengo X años cotizados”, “yo llevo trabajando desde los 15 años”, “tú no sabes lo que es trabajar”, etc.

Yo solo escucho “he intercambiado X tiempo de mi vida por dinero y la promesa de más dinero”. Y no cualquier tiempo de su vida, sino de su juventud. Esto ni siquiera se puede tildar de reduccionista.

No entiendo cómo algunos casos que son claros signos de sumisión son considerados dignos de orgullo. Veo gente pasando años trabajando para una empresa para la que solo es un recurso, un trozo de carne o engranaje en su máquina de hacer dinero, y que muestran con orgullo los días cotizados como si fuera ejemplo de disciplina o autodesarrollo, una cicatriz de una épica batalla ganada. Eso mientras viven en la realidad consumista desenfrenada de un capitalismo predatorio donde no están construyendo ningún futuro y donde están igual que como empezaron, salvo que con media vida convertida a promesas de una pensión.

Y tengo un serio problema con eso. Concretamente con la ajenidad. Cuando la patronal describe la ajenidad puede hacerlo de una forma tan bonita como:

“Exención al trabajador de las consecuencias directas de su labor, de sus costos y riesgos de la producción, recibiendo un salario en contraprestación de su esfuerzo”.

Cuando podría resumirse en: “los frutos del trabajo solo pertenecen al empleador” y que yo extiendo con “y no importa si el trabajador realiza una actividad creativa con la que el empleador va a seguir cobrando toda su vida. Se paga por su esfuerzo presente limitado a la duración de la relación laboral.”

La ajenidad en los trabajos creativos

El problema de la ajenidad es que viene acompañado de cadenas para tu cerebro cuando se trata de un desarrollo creativo. Cadenas que permanecen tras el cese de la relación laboral.

En realidad, el empleador no es solo dueño de las consecuencias del trabajo y sus frutos, es dueño del trabajo en sí mismo y de una parte de ti. Ejemplo: como desarrollador de herramientas y metodologías custom, se te ocurre alguna cosita en tu actividad laboral que facilita muchos procesos y ayuda al resto del equipo, algo muy común en el trabajo de un experto en Developer Experience o un enablement engineer.

Consideras que tu desarrollo podría ser igual de útil para otros profesionales o empresas, así que lo publicas por tu cuenta aportando a la comunidad. Al final sale de tu cabeza, ¿no? Pues no. Saldrá de tu cabeza, pero te han pagado un salario para que la tengas pudriéndose en ella.

De pronto, ya no tienes solo un jefe, tienes a un maestro de esclavos que te dice qué puedes hacer o no con tu investigación y tus ideas, porque en el fondo no son tuyas, amenazando con poderes judiciales si quieres tan solo compartirlo altruistamente, ya no digamos monetizarlo por tu cuenta.

La acusación más típica y mínima es que tu idea puede o pudo dar una ventaja frente a la competencia mientras se te pagó por ello y que si tú la estás exponiendo, estás apoyando a dicha competencia. Acusaciones relacionadas a la concurrencia desleal (la palabra concurrencia no implica “mientras trabajas en”. Da igual si esto ocurre tras finalizar contrato).

Anarcosindicalismo y cooperativas

Me duele, mucho, pero he de reconocer que entre los franceses hay algunos de los mejores ejemplos recientes que nos ha brindado la humanidad. No hablo de Gojira, que también, sino en este contexto laboral, de Motion Twin.

Es la empresa que más uso como ejemplo de increíble modelo de desarrollo de software, tooling y videojuegos. Eso al margen de sus tendencias políticas o su organización laboral (al menos en sus inicios), que comentaré luego.

Este grupo de colegas centraba su trabajo en el desarrollo de juegos usando Adobe Flash. Entre ellos se encontraba Nicolas Cannasse desarrollando un lenguaje de alta abstracción y extremadamente orientado a multiplataforma desde 2005.

Cuando Flash murió ya tenían más que pulido su lenguaje Haxe y casi una década de iniciado su propio motor de renderizado/videojuegos, Heaps.io.

Con eso, trabajando con sus propias herramientas de la manera que a ellos les gustaba, desarrollaron la joya de Dead Cells, con más de 10 millones de copias vendidas sin contar DLCs. Y creo que sin tener en cuenta las más de 5 millones en su versión Android ni la asociación con plataformas estilo Netflix.

Siendo un juego que no frecuenta ofertas de bundles a precios regalados ni nada similar, al multiplicar verás que hablamos de millones facturados (incluso aunque solo costase 50 céntimos). Para un pequeño equipo de 8 personas creo que da suficiente para unas cuantas vidas. Pero hay otras cosillas interesantes:

  • Se describen como una cooperativa de trabajadores (puedes leer las descripciones en su propia página, dentro de una pedazo de estrella roja). En entrevistas no hablan precisamente pocas veces de cooperativa anarcosindicalista.
    • Importante aclarar que el tiempo ha transcurrido y han fundado otro estudio anexo que se aleja de esta perspectiva.
  • Sus herramientas principales son libres y compartidas con la comunidad. Cualquier persona que las tenga dispone de las cuatro libertades fundamentales del software libre y de código abierto. Comprenden que el éxito de un videojuego como producto artístico está vinculado al cómo se usan las herramientas y no a la posesión de las mismas. Podríamos considerar a las herramientas como el medio de producción.

NOTA: Dead Cells no es libre, es software privativo. No entraré en el debate de si un videojuego debe ser libre para que sea ético porque en años no he conseguido tener una posición clara al respecto. Podría considerar que es suficiente que las herramientas que permiten su elaboración lo sean, pues las ramas artísticas sufren demasiado en nuestro modelo económico como para simplemente liberar los resultados del trabajo creativo enfocado a entretenimiento, y más siendo el trabajo de toda una vida.

En todo caso, considero que como parte vital de la cultura deben ser más accesibles, pero en estos contextos lamentablemente libre y accesible significa también gratis para la mayoría dada la libertad de libre distribución.

Han hecho muchas cosas bien, ¿pero se salvan de algo? Las cooperativas fomentan el carácter asociativo y el rechazo a una organización vertical y jerarquías de poder en el contexto laboral, con una única excepción: el estado. Ninguna diferencia con el supuesto autónomo, más allá de posibles “beneficios” fiscales pasados ciertos umbrales. El beneficio de pagar un poquito menos al estado soberano, que repartirá sabiamente el dinero entre ayuntamientos para cubrir necesidades esenciales, como organizar conciertos de Camela si fuera España.

En su caso además habrán tenido que bajar la cabeza con todo tipo de individuos y empresas abusivas como lo es Steam, llevándose hasta un posible 50% por distribución en su plataforma.

Mi única condición en cualquier trabajo

Tengo la ventaja de dedicarme a un área donde son las empresas las que te hacen la pelota, especialmente a la mínima que muestras algo de pasión y autonomía, o en mi caso, un perfil obsesivo nada sano.

A la mínima que destaques un poco lo raro es que no tengas a empresas de recruiters o cazatalentos dando la turra con ofertas superbonitas y en donde tú pones algunas condiciones (otra cosa es que las acepten).

Lo único que solicito a esas empresas es la anulación de la ajenidad, aunque eso implique a veces mayores responsabilidades o trabajar a puro equity. Todo mi trabajo me pertenece, o al menos en una parte considerable como para no sufrir consecuencias si quiero publicarlo bajo mis propias condiciones.

La mayoría se esfuma y no vuelven a contactarme en la vida, pero a veces cuela. He conseguido algunos porcentajes por derechos de autor en software de la rama sanitaria con este modelo.

Si hago cuentas, muy probablemente esto me reporte bastante menos que haber aceptado un contrato de asalariado, pero al menos tengo control sobre su destino. Y esto beneficia a la parte contratante, que no sería contratante sino socio. No solo reduce la responsabilidad fiscal, reduce los riesgos y los costes al no contratar, también asegura una mayor implicación del profesional que al final pasa a ser parte del proyecto y sus resultados, que se preocupará de su éxito porque de él depende su reputación y sus beneficios.

También existen empresas que en su modelo de desarrollo no tienen ningún miedo y fomentan la publicación de herramientas y metodologías sabiendo que eso manifiesta una imagen de excelencia y seguridad en lo que hacen.

A su vez mejoran las capacidades divulgativas y visibilizan a sus desarrolladores, generando al menos un ambiente de mayor crecimiento profesional. Pese a la ajenidad, en ellas sabes que el trabajo que desarrollas al menos no estará anclado a nadie y hasta se te agradecería el divulgarlo.

Esto no es solo mi trabajo

Al menos la parte de desarrollo propio, tooling y subnormaladas gráficas, seguiré haciéndolo me de o no dinero, incluso pagaría si tuviera que hacerlo. Sobre la consultoría hablaré en otra entrada.

La suerte de que mi hobby es especialmente rentable, y la mala suerte de vivir en una sociedad donde te llaman “nini” de manera peyorativa por no explotar el conocimiento o habilidad, por no querer convertirme en carne para una corporación o por ver 20 años de retraso en el mundo académico y no querer tocarlo ni con un palo.

En la segunda parte hablaré un poco más sobre mis intereses en un trabajo, pero adelanto que el último de ellos es el dinero (sin renunciar a ello, tampoco soy tonto). Todos mis hobbies son baratos o gratuitos, no soy coleccionista de ninguna cosa y practico una filosofía minimalista por naturaleza, no es que lo fuerce. Mucho dinero tendrían que ofrecerme para conseguir verme tentado a trabajar en algo con lo que no esté cómodo.

Me dice un colega “si no fueras tan vago, trabajarías menos” (no es una errata, es una frase con mucho sentido), pero es que se me hace un mundo hincar la rodilla, bajar la cabeza o pasar por el aro. Ya lo hice durante algunos años, moviéndome por miedo al juicio ajeno, por no decepcionar y yendo en contra de mi naturaleza. Acabé consiguiendo lo contrario, petando de mala manera, aislándome, alejando y decepcionando a todos los que confiaban en mí.

Por otra parte cada vez tolero menos las normas y las jerarquías absurdas de los ambientes corporativos y académicos. En el momento en el que un simplón me diga alguna incoherencia como que tengo que cumplir con un horario de trabajo “porque sí”, aunque eso fastidie mi productividad, perjudicándome a mí y a los objetivos de la empresa, me piraría a mi casa.