Fotografía cortesía de Karsten Würth 🧡
Portada del post

Miedo de decir, miedo de ser

Me aconsejaba un compañero, preocupado, que no debería atreverme a exponer aquí opiniones personales que puedan mostrar lo que algunas empresas consideran red flags, por muy personal que sea este blog.

Y no le falta razón. Puedes generar rechazo incluso en aquellos que comparten tus mismos valores y opiniones: parecer imprudente o demasiado polémico no suele ser buena idea.

Lejos de lo que pueda proyectar a mis alumnos o compañeros, no estoy en ninguna situación privilegiada que me permita hacer o decir lo que quiera. No tengo una cola de empresas interesadas en mí, un millón en el banco ni ningún otro tipo de estabilidad garantizada. Cada opinión podría sentenciarme o hacerme perder oportunidades.

Entonces, ¿por qué me expongo?

Cincel

Suelo decir que moriré en el momento en el que deje de cambiar, y una forma muy efectiva de realizar introspección es poner en tela de juicio mis propias convicciones. Uso este blog como una herramienta para dicho fin.

Mojarme con opiniones personales me genera la suficiente ansiedad y tensión psicológica para disparar muchas dudas. Esto se intensifica tras ver que mucha más gente de la que creía lee este blog con tanto interés (sinceramente estaba convencido de que no lo leería nadie, eso lo hacía todo más fácil).

Nunca he tenido la intención de construir una marca personal con este sitio y menos con un blog. Solo es un espacio donde poder contar batallitas, experimentar con alguna técnica que se me ocurra y hablar de resultados de algunas pruebas. Tampoco me expongo tanto. Como dije en mi primera entrada, a diferencia de una red social, aquí tengo mejor control del contenido.